¿Compañeros o seguidores?


Es la primera vez que empiezo a escribir en este blog movido por una sensación amarga. Bien porque aún no me he haya podido quitar las gafas con las que escribí el último post, o bien porque mis expectativas eran muy elevadas, el caso es que no he podido evitar un sentimiento de decepción tras leer «¿Por qué compartimos contenidos en las redes sociales?» en el blog de Roberto Carreras.

De todos los posibles artículos que tengo pendientes por leer, elegí ese por una sencilla razón: su título. La cuestión de por qué compartimos suscita en mí ideas que tienen que ver con la formación de proyectos colaborativos en la gestión del procomún (sea éste digital o no), de ahí que cuando tropiezo con un título tan sugestivo no pueda dejarlo escapar.

Lo que más me llamó la atención del artículo fue cómo estaba escrito. Para mí, parecía como si su autor lo hubiera compuesto de la misma manera que lo habría hecho Google (o como lo hará cuando las máquinas sean capaces de escribir post todos los días en menos de 60 minutos). Cuando uno pregunta la hora a Google, lo que recibe como respuesta es una lista de relojes ordenados por relevancia (se supone). Pues bien, Roberto Carreras hizo exactamente lo mismo con su artículo. En él se plantea una pregunta decisiva, un “por qué”, y para abordarlo se limita a ofrecer una lista de datos y referencias que realmente a lo que responden es a un “qué”. Sí, efectivamente Roberto, que compartimos está claro, pero ¿por qué?. Casi en el último suspiro, encontramos un conato de respuesta ¿En forma de opinión?, ¿de conclusión? No, de nuevo otra referencia y, para rematar, una lista de posibles alternativas ordenadas según su peso estadístico. Muy esclarecedor.

¿No somos los bibliotecarios los primeros en avisar sobre el peligro que acarrea el uso indiscriminado de Google? Todo el mundo conoce ya la famosa frase atribuida a Neil Gaiman: “Google can bring you back 100,000 answers, a librarian can bring you back the right one.” Intentemos, pues, ir un poquito más allá de lo obvio y aportar una visión algo más profunda de las cosas; alejarse del peligro que supone dejarse cegar por la potencia de la web social, tan rica y dinámica, que parece una fuente inagotable de información capaz de alimentarse sí misma. Si nos dejamos arrastrar inconscientemente por su dinamismo y fiamos nuestro conocimiento a lo que únicamente ella nos aporte, podemos incurrir en aquello sobre lo que ya avisaba Natalia Arroyo:

Instituciones y personas con un cierto interés por posicionarse en las redes sociales se ven obligadas no sólo a formar una red de contactos amplia, sino también a publicar muchos contenidos para aparecer en las cronologías de otros con mayor frecuencia, por lo que en ocasiones prima la cantidad frente a la selección y a una cuidadosa línea de contenidos bien pensada.”

Inmersos de lleno en la web social, esforzándonos por sacarle el máximo partido a todo lo que de bueno nos puede aportar (que no es mucho, es muchísimo), no conviene olvidarse de cultivar un espacio de lectura y de reflexión más pausada en la que, principalmente, sean los libros los protagonistas. Yo, personalmente, fascinado por la inmediatez que me ofrecía el gran mundo de las apariencias que es la web social, donde parece que todo pasa, incurrí en el error de olvidarme de los libros y, ahora que los he vuelto a recuperar, me doy cuenta del beneficio tan enorme que le aporta a mi dinámica en ella. Hasta hace no mucho, cuando consultaba mi cuenta de Google Reader y comprobaba cómo mi lista de novedades había crecido por encima de 100, me lanzaba a leer frenéticamente. Mi objetivo era dejarla diariamente a cero; la heterogeneidad de lo que leía era enorme, su impronta más bien delicada. Procuraba que no se me escapase ni uno solo de los acontecimientos, opiniones, informaciones que se sucedían delante de mis ojos y no me daba cuenta que lo que se me escapaba realmente era el sentido de lo que había detrás de ellos. Con los libros de regreso he encontrado el momento de pararme a pensar y encontrar las conexiones; ya no tiro a bocajarro, sino que, aunque falle, al menos intento apuntar con intención.

Si uno contempla la web como el espacio sobre el que levantar el propio entorno personal de aprendizaje, el tiempo que se dedique a leer un libro será visto como una auténtica inversión. Ahora bien, si en cambio, uno contempla la web como una carrera entre (per)seguidores y (per)seguidos en busca de la reputación perdida (una carrera en la que paradójicamente los (per)seguidos también suelen correr detrás de los (per)seguidores), lo que crearemos entre todos será una web que haga buena la viñeta de “El Roto” que decía: “Gracias a las nuevas tecnologías, me informo al segundo y lo olvido al instante”. ¿Realmente, alguien quiere seguidores así? Es más, ¿alguien quiere seguidores de ningún tipo? Yo, personalmente, prefiero compañeros al lado antes que seguidores detrás, porque mientras que con los primeros se comparte, a los segundos se les concede.

Por cierto Roberto, entonces ¿por qué compartimos en las redes sociales?

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18 comentarios en “¿Compañeros o seguidores?

  1. ¡Bingo! Totalmente en la línea de lo que hemos estado contando el viernes. Se trata de no sucumbir a la avalancha de información, sino de intentar filtrarla y, sobre todo, de reflexionar al respecto. Y eso también enlaza (y no soy más autoreiterativo: yo no he inventado nada, aún) con esa pasión por las listas, que al final, puede resultar un tanto hueca. ¿Por qué? suele ser la pregunta que a veces nos dejamos escondida entre una avalancha de qués.

  2. Bueno, bueno, enorme post de nuevo. Efectivamente, la web social nos puede llevar hacia una carrera a ninguna parte, eso es cierto. Pero, ciertamente, la redes sociales nos pueden aportar muchas cosas: desde el punto de vista personal o desde el punto de vista profesional. Desde luego la red social es una herramienta y como todas susceptible de ser mal utilizada, la red nos puede provocar, pero también podemos nosotros ejercer el control y utilizarla en nuestro beneficio. Leer libros es una extraordinaria costumbre, pero leer información en formato digital también, véase este post por ejemplo. La red social nos ha dado la oportunidad de conocer a gente interesante que genera contenidos para simplemente expresarse (por ejemplo tú). ¿Por qué compartimos? Infinitas razones hay, para ayudar, para aprender, por notoriedad, por las notas, por comunicarnos, por relacionarnos…. Bueno lo dejo aquí que me estoy poniendo sentimental. Enhorabuena de nuevo y gracias por hacernos pensar. #websoc13

  3. Increíble el post, debo decirte que estoy “enganchada» a tus reflexiones, no sólo por lo bien escritas que están, sino porque transmites una serenidad que creo necesaria cuando hablamos de las redes sociales o Web Social.

    Desde mi punto de vista es fundamental “intentar apuntar con intención”, como tú expones, y creo que lo has conseguido, y no sólo eso, sino que a tus seguidores nos proporcionas esa lectura de calidad que todos andamos buscando.

    Enhorabuena.

    • Muchísimas gracias por tu comentario Gloria. Me llena de orgullo y satisfacción…como diría aquél, pero en mi caso de verdad.
      En cuanto a lo de apuntar con intención, pues nada Gloria, ánimo y al toro, porque esto es un constante ensayo y error, aprender y desaprender. No nos queda otra que seguir reinventándonos.
      Un saludo.

  4. Excelente nuevamente!!! Has pensado dedicarte a esto? Sería bueno para todos y yo sería siempre tu seguidora pero mejor aún, compañera de camino en reflexiones interesantes, que aportan, que enriquecen!!!

    A mi tantos medidores e indicadores y rankings me tienen pasada!!! Sé que son interesantes para dimensionar cambios, tendencias y tomas de decisiones en muchos casos, pero la búsqueda incensante de ellos por visibilidad más allá del valor de lo que tenés para ofrecer (que cuando es certero, se impone igual entre los iguales) me parece falso, desgastante y torpe.

    La escalada por la reputación también la cuestiono. Cuando entre los compañeros interesados en temas afines, alguien aporta riqueza más allá de la cantidad, es valioso y reconocido, aunque no esté gestionado conforme a los rankings. Y a la inversa también. Se reconocen los que escriben por aparentar y «aparecer». Por suerte, todo se decanta igual…

    Gracias nuevamente por tu post.
    Saludos,

    Silvana

    • Silvana!!! Como sigas dedicándome estos comentarios cualquier día te sorprendo allá en Uruguay solo para regalarte una caja de bombones!!!

      En cuanto a lo que dices de los indicadores, suscribo totalmente tus palabras. A mí me desgastan, aunque puede que el problema sea mío, porque no sé por qué defecto congenito, el caso es que no consigo ver a través de los números. Cuando escucho a alguien derivando tantas conclusiones de una gráfica, no puedo más que declarar mi más sincera admiración. Yo no sé hacerlo, pero reconozco su utilidad. Una utilidad que, en cualquier caso, es auxiliar, porque como bien dices sobre la escalada por la reputación, el reconocimiento de los compañeros es lo que aporta humanidad a la web.

      Un abrazo.

      • Yo encantada!!! Te espero en Montevideo, y trae la caja de bombones porque el chocolate es lo más!!!

        Un abrazo.

  5. Me encanta esta entrada; sobre todo porque yo tiendo a centrarme en el lado negativo de las redes sociales y suele olvidárseme que todo en esta vida es un arma de doble filo según el uso que se le dé y según quien lo use. El título resume a la perfección la relación que mantienen los internautas con la web social: ¿qué busco, seguidores o compañeros? Por desgracia, parece que prima más lo primero porque en el fondo es el eterno atractivo de la «popularidad». A veces esto de las redes sociales me parecen una extensión del patio de recreo: el viejo ansia por ser popular, que ya sobrepasa los muros del instituto.
    Sobre lo que contiene la viñeta, me parece interesante adjuntar este artículo algo viejo, pero aún vigente, de cómo ha cambiado Internet nuestra forma de leer:
    http://elpais.com/diario/2008/10/10/sociedad/1223589601_850215.html
    No hace falta leerlo para saber que ya no leemos en profundidad; yo misma lo he notado en mí. Como ventaja, leo ahora mucho más rápido y tardo menos en descubrir las claves principales de un texto; el inconveniente es que me cuesta más retener lo que leo, tal como decías que te pasaba.
    (PD: No sé pegar hipervínculos como es debido. Aún me queda mucho por aprender)

    • Gracias Sonia por tu reflexión. Sí, efectivamente, la web la estamos convirtiendo en la búsqueda de la popularidad y todo porque es muy fácil trocar popularidad por dinero. Insistimos en el lado social de la web, que por supuesto existe, y nos olvidamos del lado comercial del asunto. Al fin y al cabo, aunque nos pese a algunos, la web es un gran mercado en el que, como pasa en la televisión con los índices de audiencia, lo que cuenta es lo que dicen los números. A veces éstos de ponen del lado de la calidad, otras, la mayoría, confunden lo mucho con lo bueno. ¿Aristocracia vs Democracia? Si algo es la democracia desde luego no es lo que dice la televisión qué es, pero bueno, esto es otro debate.

      Un saludo.

  6. Justo pensaba esta tarde (tras haber leído algunos artículos de «recetas» para generar muchísimo contenido), que a menudo las redes sociales son tratadas como un animal hambriento e insaciable.
    Según esa «corriente» la web es una especie de tamagotchi al que hay que dar de comer lo que sea para que siga vivo.
    Me está sorprendiendo la cantidad de textos sobre fórmulas para escribir mucho, sin que se planteen ni lo que tienen que contar, ni si merece la pena.
    Felicidades por tu post!

    • Jajajaja, buenísimo lo del tamagotchi. Me lo apunto. Efectivamente, en la web abundan las recetas de comida rápida…usar y tirar. Listas, rankings, clasificaciones…aburrimiento.
      Gracias por tu reflexión.
      Un saludo.

  7. En la línea de lo que han comentado los compañeros, te felicito por la reflexión. Al igual que la vida misma, cuando nos dejamos llevar por las prisas y la rapidez del entorno, en este caso, la web social y su constante movimiento, llegamos a un punto en el que actuamos casi como máquinas, nuestros hechos sólo se miden desde un punto cuantitativo: el número de tuits escritos, el número de entradas a la semana… y da igual si son buenos no. La meta es cumplir. Me recuerda a los objetivos absurdos de las empresas de mala gestión. Así pues, entre tanta carrera por llegar cada día al listón previsto, si no recurrimos a espacios y momentos de reflexión, lo más probable es que no nos demos cuenta de que hemos perdido el rumbo. Estoy contigo en que los libros, entre la tanta lectura corta y rápida, precisamente nos aportan ese momento.
    Un saludo. #websoc13

    • Gracias Esther por tu comentario.
      Es lamentable ver como cada vez somos tratados más como máquinas. Antes se trataba de fabricar cosas en serie, ahora se trata de hacer lo mismo pero con los contenidos (no digamos ideas que se ofenden…las ideas digo). De ahí la obsesión por las listas y los rankings. En televisión la insistencia en los índices de audiencia ya se sabe dónde les ha llevado: telebasura pura y dura.

  8. Gracias por la reflexión. Sin duda, la web 2.0 nos seduce con su interacción constante y sus posibilidades de comunicación e interacción inmediata, pero si no la acompañamos de estrategias para procesarla, y especialmente, de reflexión, el costo a pagar es demasiado alto.
    Me siento identificada también con esa necesidad de vuelta al libro, como un espacio de introspección ya que si bien es ameno saltar de un enlace a otro y enriquecedor chequear distintas fuentes y ver noticias al instante; finalmente, como migrante digital, necesito de la lectura del impreso, dejar Internet y demás dispositivos para centrar mi atención y así poder analizar y elaborar.

    • Gracias a tí Jessica por leerla. Repasando tu comentario, me doy cuenta de lo fácil que resulta la idea de parar y reflexionar según lo cuentas. Las prisas, lamentablemente, a menudo nos hacen perder el sentido común.

  9. Hace un rato he leído un post de otra compañera, Breaking Social, que titulaba al confuciano modo «Haciendo el camino viejo para aprender el nuevo». No puedo dejar de pensar en la relación que tiene con el tuyo, aunque aparentemente sólo sea en el título; en las casualidades que convierten dos textos aparentemente diferentes en algo íntimamente relacionado. Y tirando tirando del hilo me doy cuenta de que también conectan con mi visión de la web social, con esa especie de melancolía y sensación de pérdida del paraíso original que sufrimos los que no somos nativos digitales. A la vez luchamos por no caer en la alienación de la inmediatez y peleamos con denuedo por no quedar al margen de la nueva época que nos ha tocado vivir.
    Lo definías perfectamente cuando expresabas que quizás tu motivación más importante para estar al corriente de todas estas herramientas era el compartirlas con tu hijo. Mejor no se puede expresar.

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